Mi caminata sensorial > Entre Sūskind y Saramago

Sola, muy sola pero rodeada de infinidad de otros. 
Foto por Martín Bertolami
Esperando un rose, buscando contacto. Tranquila pero al máximo con los sentidos que me quedan. 
La imaginación se me dispara y reconstruye escenarios con los fragmentos que recopilo.
Conozco a mí compañera de adelante, toco su hombro y me dejó llevar, atrás hay otro, otros que no reconozco. Somos una fila de ciegos andando torpe y despacio. Descubriendo recorridos que tantas otras veces transité; pero esta vez, son nuevos. Se que es la FADU, hace más de 20 años que siento pertenencia por este lugar... ¿es la FADU?
Los olores son cada vez más intensos, me recuerda la descripción de las calles de París en El perfume. No necesariamente por lo nauceabundo, sino por como mí imaginación construye un escenario mental. El escenario mental que trato de armar ahora del taller que tanto conozco pero que hoy es negro y nuevo.
Siento el piso, encuentro una mano, toco una mesa, un banco, me encuentra una mano, huelo otros, me huelo, huelo cosas y cuando no hay nada, aun queda el piso. 
Mí experiencia sensorial me retrotrae a dos lecturas, dos historias que descubrí con mí sentido de la vista, El perfume y Ensayo sobre la ceguera. 
No estuve ni cerca de la realidad de esos otros para los que queremos diseñar.

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